
Desde la aparición de la imprenta, la venta de reproducciones de obras piadosas ha sido un elemento importante de la cultura cristiana popular. En el siglo XIX esta actividad incluía a pintores de escena de género como Mihály Munkácsy. Con la invención de la litografía a color se aumentó la circulación de tarjetas sagradas. En la era moderna son muy exitosas las compañias especializadas en artistas cristianos comerciales, como Thomas Blackshear y Thomas Kinkade, aunque son vistas en el mundo de las finas artes como kitsch.
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